En películas, en series, en novelas, etcétera. Da igual dónde: existe un concepto generalizado que ha atribuido que los defensores públicos están mal preparados, tienen exceso de trabajo y terminan siendo una herramienta más para la culpabilidad de los acusados. Esto puede ser parcialmente cierto. Sin embargo, esto atenta contra la igualdad en el acceso a la justicia.
Ante eso, la defensa pública tiene muchos temas a tratar. Generalmente, los defensores públicos son asignados por el Estado para la defensa de cualquier acusado. Sin embargo, en la práctica terminan siendo los abogados para aquellos que no pueden costear uno. Aquellos que financian a la defensa pública son los gobiernos a través del Estado, por lo que terminan siendo funcionarios públicos. Sin embargo, esto no suele tener mucha aplicabilidad en ocasiones.
Exceso de casos
Si un defensor público es forzado a tomar 20 casos a la semana, es imposible que se pueda dedicar a ellos y procurar una defensa ajustada para los acusados, que probablemente terminen siendo condenados. Por su parte, si los defensores públicos ganan un salario muy bajo y fijo mensual, da igual su rendimiento, porque al final, terminan siendo igual de mal pagados.
Todo esto crea una desventaja enorme. En primer lugar, se forma una enorme desigualdad entre las partes, pues la defensa no tiene recursos ni materiales ni intelectuales para defenderse, mientras que los acusados sí, por lo que cuentan con la ley de su lado. Que la defensa pública sea eficiente y de calidad es la única garantía para que la justicia sea justa, independientemente de los bolsillos.
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